Justicia para María y todas las demás

La forma, el lugar y las circunstancias en que se produjo el asesinato de María Bernal, así como la actitud de ciertos funcionarios y cadetes de la Escuela Superior de la Policía en Quito, no sólo han causado asombro, repudio e indignación, sino que han puesto en evidencia, una vez más, el estado de descomposición moral de algunos miembros de la institución. Mientras hay policías que arriesgan y pierden la vida y su libertad en el cumplimiento del deber, otros observan una despreciable conducta.
María Bernal no solamente fue víctima de su asesino sino de la forma retrógrada en que la sociedad acepta y convive con el machismo. También fue víctima de la complicidad -disfrazada de espíritu de cuerpo- de ciertos integrantes de la policía nacional y, concretamente, de la mencionada escuela. Es inadmisible e incomprensible que la fiesta que se desarrollaba en ella continuara mientras se la golpeaba de manera infame y cruel hasta provocarle la muerte por estrangulamiento, sin que los que escucharon los gritos de auxilio hubiesen hecho algo para evitarlo y sin que se denunciaran todos los hechos que ocurrieron después de la tragedia. Es, además, intolerable que, ante las evidencias, se hubiese querido ocultar el crimen bajo el manto de un macabro silencio y que el llanto de su madre hubiese querido ser sepultado negándole las pistas necesarias para que se encuentre el cadáver, y, lo peor de todo, que se haya permitido la fuga del femicida.
En lo que va del año, según información publicada en El Universo del 22 de este mes, se han cometido 206 femicidios, de los cuales 82 de las muertas eran madres que dejaron a 144 niños y adolescentes sin abrigo. María Bernal tenía una criatura de 13 años. Es decir que el criminal destruyó dos vidas al mismo tiempo. La cobardía y el cinismo con los que actuó este sujeto antes, durante y después de haber cometido los horrendos hechos debieran ser tomados en consideración al momento de juzgarlo para que se lo sancione en la forma que merece, aunque nada recuperará las vidas que segó.
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Señor presidente: El país necesita una depuración en las filas de la Policía Nacional, previa exhaustiva investigación. Es inconcebible que la institución llamada a resguardar el orden en el país se encuentre contaminada con tan execrables elementos. De otro modo, seguiremos viviendo todos en la inseguridad absoluta. No hablemos de lo que sigue ocurriendo en las cárceles.
¡Que no haya una María Bernal más! ¡Basta al maltrato y abuso contra las mujeres! Parece, según las versiones recogidas por los medios de comunicación, que las filas policiales no escapan a estos degenerados estereotipos.
Comencemos por los centros escolares formando a los estudiantes, dándoles la educación necesaria para evitar la violencia intrafamiliar. Trabajemos en la prevención, fomentemos la autoestima de las féminas y enseñemosles a defenderse.
Reclamamos justicia para María Bernal y para todas las demás muertas, mutiladas y destruidas.
Escrito por: Dr. Katia Murrieta